La vuelta al trabajo remunerado

Luego de semanas de dedicación exclusiva a unx pequeñx bebé, llega la hora de volver al antiguo trabajo remunerado. Puérpera 400% y víctima de una coctelera de sentimientos encontrados, te cambiás el disfraz y cerrás la puerta de tu casa rumbo al mundo que dejaste un tiempo atrás.

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Pero este mundo que te espera ya no luce como antes. Cambió? No, vos sos la que cambiaste. Y aunque se trate de algo muy preciado para vos, volver al trabajo implica alejarse del verdadero tesoro de tu vida. Alegría? Tristeza? Alivio? Presión? Todo eso junto y más? Probablemente. Cada una sabrá cómo lo sintió.

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Y aunque cerrar la puerta y dejarlx del lado de adentro parece haber sido lo más difícil, es la punta de un gran iceberg que tenés que meter adentro del bolso cada día hasta que logres derretirlo. Y ese día llega también… lleva su tiempo, pero llega. 

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La de la foto soy yo, la noche que mi hijo cumplía 2 meses y medio. Lo pienso dos veces y les juro que no lo hago, pero lo hice. Mi licencia se había terminado y lamentablemente tenía que volver. Por suerte solo una noche a la semana y lo dejaba al cuidado del 2do mejor de la casa, su papá. Si bien un poco extrañaba a mis compañeros de guardia, la verdad era que quería quedarme en mi casa con mi bebé. 

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El bolso estaba lleno. Cosas materiales y culpas. Sacaleche, tarritos, refrigerantes, bolsitas por si no alcanzaba, una conservadora, protectores mamarios, una muda de ropa entera, cargador del celu, algo suyo para olerlo de noche y… creo que el estetoscopio lo puse. Mi cabeza estaba más pendiente de mi hijo que de mis pacientes. Lógico… no?

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Cuando atendí al primer niñx sentí que algo mío volvía, se sacudía el polvo una vieja sensación de gratitud. La dosis del ibuprofeno la tuve que chequear, lo juro. Pero el toque no se había perdido, se había mejorado. Ahora finalmente entendía la angustia de un ma/padre! Y lo que vale una palabra que la contenga!

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A partir de ahí Luciano iluminó todas y cada una de mis guardias y mis tardes de consultorio. A pesar de irme lejos, él siempre viene conmigo. Ya se derritió el iceberg que cargué ese primer día y el bolso no pesa tanto.


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